El reciente proceso electoral en Argentina dejó lecciones claras para los encuestadores y analistas políticos. Tras el contundente triunfo de Fuerza Patria en la elección bonaerense, se encendieron las alarmas sobre un posible reacomodamiento del electorado. Algunos expertos acertaron en sus pronósticos, aunque otros quedaron lejos de la realidad, poniendo nuevamente en debate la capacidad predictiva de las encuestas en el país.
Todo comenzó tras la elección del 7 de septiembre, cuando consultores como Juan Germano (Isonomía) y Cristian Buttié (CB Consultora) plantearon la hipótesis de que el resultado en Buenos Aires podría movilizar a votantes indecisos, particularmente entre quienes apoyaban a Javier Milei. Buttié, con experiencia previa en anticipar triunfos peronistas, pronosticó un cómodo triunfo de La Libertad Avanza (LLA) en Córdoba y una ventaja significativa a nivel nacional. Su boca de urna, entregada el mismo domingo electoral, ubicó a la fuerza libertaria por encima de los 40 puntos y con una diferencia de seis sobre el segundo.
Estos análisis reflejan tres grandes aciertos de los expertos en la previa de las legislativas nacionales. Primero, advirtieron que el resultado bonaerense podía funcionar como un catalizador para el voto anti kirchnerista, similar a lo ocurrido en la PASO de 2019. Segundo, la mayoría previó correctamente que el oficialismo lograría imponerse en la suma nacional, tal como se reflejó en los datos finales. Y tercero, los estudios nunca otorgaron un rol protagónico a Provincias Unidas, una coalición que terminó quedando rezagada con apenas el 5% de los votos, tal como habían anticipado la mayoría de los sondeos. Un fenómeno similar se observó con el Frente de Izquierda, que superó por poco el 3%.
Sin embargo, no todo fue precisión. Un hecho que sorprendió a la mayoría fue el giro en la provincia de Buenos Aires. La mayoría de las encuestas, salvo excepciones como la de Federico González, auguraban que la brecha entre las principales fuerzas se achicaría, pero mantenían a Fuerza Patria al frente por encima del margen de error. La realidad fue distinta: la diferencia se redujo drásticamente, en parte por el incremento de la participación, que pasó del 61% al 68%. En este aspecto, la consultora CB había sido de las pocas en advertir que la diferencia podía achicarse aún más si crecía la concurrencia a las urnas.
Entre las consultoras que acertaron en el pronóstico nacional a favor del Gobierno se encuentran Atlas Intel, Rubikon Intel, Fixer, RDT, Proyección, Trends, Udesa, DC y Management & Fit. Por su parte, Fuerza Patria recibió proyecciones favorables de La Sastrería/Trespuntozero y Zentrix. Otros, como Zuban Córdoba, fallaron al prever una holgada victoria de Schiaretti en Córdoba y una amplia diferencia para Jorge Taiana en provincia de Buenos Aires, pronósticos que no se materializaron.
Un caso particular es el de la consultora Isasi-Burdman. Esta firma había anticipado el triunfo libertario en Ciudad de Buenos Aires cuando la mayoría apostaba por el kirchnerista Leandro Santoro. Sin embargo, en provincia de Buenos Aires erraron el cálculo, al ubicar al Gobierno al frente, cuando finalmente perdió por casi 14 puntos. En el plano nacional, Isasi-Burdman logró cierta reivindicación al prever a LLA en torno al 39%.
En medio de este contexto, quedó en evidencia la dificultad creciente para pronosticar elecciones en Argentina y en el mundo. Los métodos han evolucionado: a las encuestas presenciales, telefónicas y online se sumó el análisis de redes sociales. No obstante, la tasa de respuesta sigue en caída libre: apenas el 3% de los consultados acepta participar en los sondeos. A esto se añade el fenómeno local del ausentismo, reflejo de la apatía política que atraviesa la sociedad argentina. Si bien los estudios lograron prever un aumento en la participación, esta sigue siendo una de las más bajas desde el regreso de la democracia.
El balance final muestra que, pese a ciertas fallas visibles, las encuestas ofrecieron señales acertadas sobre los movimientos del electorado. Sin embargo, la volatilidad política y la baja participación siguen planteando enormes desafíos para quienes buscan anticipar el humor social antes de cada elección.


