Mientras la Selección Argentina se prepara para su amistoso en Miami, el presidente de la AFA, Claudio «Chiqui» Tapia, disfruta de su nuevo cargo como titular de la Comisión de las Reglas de Juego de la FIFA, designación otorgada por Gianni Infantino. Sin embargo, en el ámbito local, la figura de Tapia vuelve a estar en el centro de la escena, pero esta vez por una ola de controversias arbitrales que han encendido el debate sobre la transparencia en el fútbol argentino.
El caso más reciente involucra a Barracas Central, club históricamente ligado al entorno de Tapia y que, según distintas voces del ambiente, se habría beneficiado de decisiones arbitrales dudosas. El último empate frente a Estudiantes en La Plata fue señalado como un ejemplo paradigmático: el árbitro Nazareno Arasa no sancionó una falta previa de Facundo Bruera sobre un defensor rival, acción que terminó en el gol de Jhonatan Candia. El propio Eduardo Domínguez, técnico de Estudiantes, expresó su frustración tras el partido y puso en duda la imparcialidad del arbitraje.
No es la única situación bajo la lupa. En partidos recientes, fallos controvertidos han marcado la suerte de varios equipos. El VAR, bajo la dirección de José Carreras, también fue protagonista: invalidó un gol de Guido Carrillo para Estudiantes por un supuesto offside que las imágenes no lograron justificar. Las quejas se multiplican, especialmente cuando los protagonistas de estas decisiones parecen repetirse en los partidos más polémicos.
River Plate tampoco quedó ajeno a las críticas. Marcelo Gallardo, entrenador del club, habló de un «sistema» tras un partido en el que se anuló un gol a Miguel Borja por un fuera de juego que las cámaras no pudieron comprobar, y se expulsó a Juan Portillo en circunstancias discutidas. El técnico sugirió que los reclamos caen en saco roto: «Te quedás muy solo. Hay que adaptarse», sentenció.
La lista de episodios polémicos incluye a Belgrano, que vio anulado un gol frente a Barracas Central por una infracción previa inexistente, y a Independiente, que no recibió un penal claro en Mendoza ante Godoy Cruz. Gustavo Quinteros, DT del «Rojo», fue tajante: «No entiendo porqué no la revisa, si a los de arriba se les cortó la transmisión. En el VAR parece que no estaban atentos, y si estaban atentos, la dejaron pasar».
La influencia política también es tema de conversación. En Tigre, equipo al que se vincula con Sergio Massa, tampoco faltaron los beneficios arbitrales. Alan Barrionuevo cometió un penal evidente sobre Juan Manuel Gutiérrez, pero ni el árbitro Ariel Penel ni el VAR sancionaron la infracción. Las redes sociales arden con reclamos de hinchas, mientras que los dirigentes y protagonistas parecen optar por el silencio, temerosos de represalias.
Este clima de sospecha llevó incluso a cambios de postura entre los dirigentes. Andrés Fassi, presidente de Talleres, pasó de ser un crítico feroz de Tapia a pedir disculpas públicas, en un intento por suavizar el conflicto, aunque desde la AFA no se lo perdonaron. El tesorero de la entidad, Pablo Toviggino, conocido por su cercanía con Tapia, no dudó en cuestionarlo abiertamente en redes sociales.
El manejo de los árbitros y del VAR parece responder a una lógica propia. Muchos de los encargados del videoarbitraje son exárbitros que encontraron en la nueva tecnología una continuidad laboral. Entre ellos figuran nombres como Mauro Vigliano, Germán Delfino, Diego Ceballos y Silvio Trucco, todos en el centro de la polémica por fallos discutidos.
En un intento por mejorar la imagen de los árbitros, Tapia promovió la designación de Fernando Rapallini como Gerente Técnico de Arbitraje y organizó capacitaciones para periodistas. Sin embargo, la estructura sigue bajo la influencia de Federico Beligoy, quien cuenta con la protección del propio Tapia y fue recomendado para la Comisión de Árbitros de la FIFA.
Mientras tanto, la dirigencia del fútbol argentino sigue recibiendo premios en forma de cargos internacionales y beneficios asociados, lo que desalienta cualquier intento de romper el statu quo. Como advirtió el experimentado técnico Ricardo Caruso Lombardi, quien asegura estar marginado por Tapia: «Los dirigentes tienen miedo, los amenazan, y los árbitros cobran todo lo que les dicen».
Lejos de Miami, la realidad del fútbol argentino está marcada por la desconfianza y la sospecha, en un escenario donde las reglas parecen ser moldeadas al antojo de quienes detentan el poder.


