El reciente informe Radar Pyme, elaborado por la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales (ENAC), expone un panorama preocupante para el tejido productivo argentino. El relevamiento, realizado en el tercer trimestre de 2025 sobre más de mil pequeñas y medianas empresas, arroja datos que revelan la profundidad de la recesión: fuertes caídas en el consumo, suba de costos operativos y una rentabilidad cada vez más erosionada.
Según el trabajo de ENAC, el 40,4% de las pymes reportó un deterioro significativo en sus ventas, mientras que seis de cada diez empresas se encuentran actualmente trabajando sin obtener ganancias. El sector industrial es uno de los más afectados, con un 45,9% de empresas que señalaron descensos marcados en su facturación. La utilización de la capacidad productiva promedia apenas el 54,6%, valor que en la industria apenas sube a 54,7%, lejos del 60% considerado mínimo para un funcionamiento saludable.
El contexto de estancamiento se agrava por la imposibilidad de trasladar totalmente los incrementos de costos a los precios finales: el 88% de las firmas enfrentó aumentos en sus insumos, y el 74% se vio forzado a ajustar sus listas de precios. Sin embargo, la inflación no logra ser absorbida completamente por el consumidor, lo que limita la rentabilidad y profundiza la crisis.
Leo Bilinski, presidente de ENAC, advirtió sobre la gravedad de la situación: “El consumo se derrumba y el 13% de los empresarios está considerando cerrar antes de fin de año”. Bilinski también puntualizó que las familias argentinas atraviesan un endeudamiento que ya supera el 130% de sus ingresos, un factor que impacta de lleno en la demanda interna.
En el plano laboral, la contracción se refleja en la baja incorporación de personal: solo el 17,1% de las pymes sumó nuevos empleados, mientras que el 19,7% debió desprenderse de trabajadores. La situación es aún más crítica en la industria, donde los despidos trepan al 28,8%, arrojando un saldo neto negativo del -2,99% en el empleo pyme para el trimestre.
Como reflejo de la crisis de liquidez, el acceso al financiamiento dejó de ser una herramienta para crecimiento y se transformó en un recurso de supervivencia. El 21,3% de las empresas tomó deuda para afrontar el pago de impuestos, y el 20,5% lo hizo para abonar salarios o aguinaldos. A ello se suma un contexto de cobros y pagos desbalanceado: el 59% de las firmas denuncia demoras en la cobranza a clientes, y el 47% sufrió más incumplimientos que en períodos anteriores. Las pymes, así, deben financiar a sus compradores a un plazo promedio de 37 días, mientras afrontan pagos a sus proveedores a los 30 días.
De cara al futuro, las expectativas son poco optimistas. El 76% de los empresarios consultados cree que la situación económica continuará deteriorándose, y el 65% no planea realizar inversiones en el próximo trimestre. Entre los principales obstáculos que enfrentan destacan la retracción del mercado interno (75%), la pérdida de rentabilidad (55%) y la apertura de importaciones (43%). Según ENAC, estos factores amenazan la supervivencia de miles de pymes a lo largo del país.
Frente a este escenario, comienza a gestarse un consenso legislativo para declarar la emergencia a favor de las pymes, cooperativas y empresas recuperadas, un paso que buscaría paliar el impacto de la crisis y ofrecer herramientas de contención para el sector productivo más vulnerable de la economía argentina.


